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Se trata de una medicina integrada y personificada, donde un equipo multidisciplinar sanitario se une a fin de organizar un plan de salud preventiva para el paciente en edad estilo de vida de riesgo
Revertir esta tendencia requiere conocer bien el estado de envejecimiento del paciente e identificar los factores que lo condicionan. Para ello, se realiza una serie muy completa de pruebas:
Los resultados de estas pruebas los analiza un equipo pluridisciplinar. Cada experto elabora un informe de recomendación o consejo. Así, el responsable de la Unidad de Antiaging y Longevidad dispone de un informe médico, genético, psicológico y dermatológico.
A partir de las diversas recomendaciones, el responsable diseña una propuesta de tratamiento personalizada, destinada a restaurar el equilibrio y prevenir la aparición de enfermedades, lo que frena el proceso natural de envejecimiento y mejora la calidad de vida de los pacientes en todos los sentidos —físico, psíquico y social—.
La propuesta puede incluir diversos tratamientos preventivos de salud y longevidad:
Junto a la propuesta de tratamiento antiaging, el médico establece unos objetivos terapéuticos y el seguimiento periódico más apropiado en función del riesgo global.
Después del tratamiento inicial, cuya duración puede ir de tres a nueve meses, el paciente adquiere unos hábitos saludables, que le ayudarán a prolongar al máximo la etapa adulta con salud y calidad de vida.
Conforme envejece, pueden aparecer nuevas necesidades. Por eso se recomienda realizar un tratamiento continuado y evolutivo, que el médico irá adaptando al estado de salud y la forma física del paciente.
Además de favorecer el bienestar y envejecimiento activo del paciente, los tratamientos antiaging promueven la corresponsabilidad del paciente en su salud. Es decir, mejoran su participación en la prevención y el tratamiento, lo que se traduce también en una mayor conciencia y satisfacción con los resultados.
Bienestar físico: mejora el rendimiento físico, el tono y la masa muscular, así como la inmunidad (resistencia a infecciones).
Bienestar psíquico y cognitivo: mejora el rendimiento intelectual (memoria, concentración y agilidad mental) y las estrategias para el adecuado manejo de los trastornos de ansiedad y estrés. Mejora la autoestima, las habilidades sociales y la asertividad.
Prevención de enfermedades: disminuye el riesgo de padecer patologías asociadas a la edad, como las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o cáncer
En general, los pacientes mejoran de manera notable su calidad de vida, con un aumento de su actividad física e intelectual y una disminución de sus índices de riesgo.